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martes, 15 de noviembre de 2011

CRÍTICA. CONAN, ¡QUÉ BÁRBARO!



Admitámoslo: Las malas crítica de la nueva versión del cimerio que a los días siguientes de su estreno fueron cayendo en diversos medios de comunicación, hicieron que "Conan, el bárbaro" dejara de ser, para nosotros, una prioridad. Pero finalmente, vayan ustedes a saber porqué, tal vez porque somos pelín masocas o porque en el fondo todo aquello que tiene que ver con otra de nuestra pasiones (el cómic) nos atrae como si de la música del flautista de Hamelín se tratara, hemos terminado por caer en la tentación y visto lo visto podemos decir que no era para tanto.


No queremos decir con esto que "Conan, el bárbaro" sea una buena película, que no lo es. Pero no es peor que otros productos manufacturados de la mima manera que la película del cimerio. "Conan, el bárbaro" es, sencillamente, un producto de nuestro tiempo. Igual que el "Conan" de John Milius lo era del suyo para bien y para mal. Para algunos sobrevalorada, para otros convertida en objeto de culto, vale decir que Milius perteneció a aquella generación de directores y guionistas que se englobaron en lo que se dio por llamar "el nuevo Hollywood" en los años 70. Queremos decir que su "Conan" llega tarde para un film en el que Milius nos presenta a un personaje que parece vivir por encima del bien y del mal (algo a lo que ayudó el hieratismo facial y actoral de un iniciatico Arnold Schwarzenegger), un personaje solitario, puro (en cuanto no viciado por la sociedad) e invencible, un personaje que sólo se basta de él para conseguir sus propósitos (todos aquellos que conocen la ideología de John Milius, saben que no se le puede considerar un izquierdoso, precisamente) algo que se estaba poniendo en boga con otros personajes como el ínclito John Rambo, el más claro ejemplo de lo que quería entonces la administración Reegan, solventado de un plumazo todos los traumas de la derrota en la guerra de Vietnam y que tantas veces se había enseñado en el cine del nuevo Hollywood ("El cazador", "El regreso").


La capacidad autoral del "Conan" de Milius" entronca entonces con los últimos estertores de una forma de entender el cine, más personal y arriesgada donde el director es el responsable de llevar a buen puerto su obra. Tarde, pero entroncada en su tiempo como ya hemos dicho anteriormente. Al igual que el "Conan, el bárbaro" versión Marcus Nispel, uno de esos directores artesanos subordinados a los grandes estudios y que ponen su "savoir faire" al servicio de toda una maquinaria construida con un único fin:el conseguir dólares, el mercantilismo. Sí, "Conan, el bárbaro" carece de algo tan importante como garra, fuerza y sobre todo, espíritu, algo que sí tenía la antigua versión. "Conan, el bárbaro" es otra película más donde el envoltorio formal importa sobre personajes, sobre su historia, sobre el mismísimo guión, sin importar el nombre de quien dirige el proyecto porque todos sabemos que quien realmente dirige está por detrás, entre bambalinas. Y así, gracias a la infografía, podemos ver, en todo su esplendor, ciertos paisajes existentes en la era hyboria. Y nada más.


Porque la historia o el guión o como se le quiera llamar tiene menos vida que los hombres de arena a los que se enfrenta un Conan interpretado por un Jason Momoa que, bien por él, si que se zambulle en lo que puede ser un Conan cinematográfico, poniendo verdadero interés, el único de todo el equipo de rodaje. Así, los minutos van pasando de forma anodina, en una serie de pasajes interconexionados por un débil hilo que no consigue atrapar tu atención. Tal vez se podría salvar la escena inicial donde un pequeño Conan se enfrenta a cuatro salvajes a los que elimina y que si que tiene la garra que luego se echa en falta en todo el resto del metraje. Si a eso le sumas que Marcus Nispel está más que desangelado que nunca en las esperadas escenas de acción y lucha nos llega un producto descafeinado con un envoltorio de gran empaque visual. Pero eso sólo, es hacerle un flaco favor a un personaje de cómic con tantos años de historia y que tantos buenos momentos nos hizo pasar. Y encima nos han escatimado ese brutal puñetazo al camello, ¿Verdad, Lolus?


2 comentarios:

  1. Los cimerios eran antiguos nómadas ecuestres que, según el historiador griego Heródoto (siglo V a. C.), habitaban originariamente en la región norte del Cáucaso y el mar Negro, en la actual Rusia y Ucrania, entre el siglo VIII a. C. y el VII a. C. Registros asirios, sin embargo, los ubican primero en la región de Azerbaiyán en el 714 a. C.

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