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martes, 20 de marzo de 2012

CRÍTICA: "THE ARTIST": MUCHO RUIDO PARA NO TANTAS NUECES.


Elogiada hasta la saciedad y multipremiada como para decir basta, "The artist" se ha convertido en el fenómeno cinematográfico de la temporada entre la crítica especializada y los compañeros de profesión. Y siendo una de nuestras pasiones las películas que se ocupan y tratan del mundo del cine, no se podía pedir más. Y esperando disfrutar de una hora y media larga de (séptimo) arte, nos encontramos con un pequeño vacío que nos hace dudar incluso de nuestra propia sabiduría cinematográfica. ¿Qué nos ha fallado para que "The artist" sea vista y consumida sin el entusiasmo que teníamos predeterminado? ¿Por qué no hemos sabido encontrar esas  grandes dosis de magia que se suponía iba a hacernos levitar? ¿Tal vez no entendemos ni una pizca de cine y debamos cambiar de hobby? ¿Realmente tanto premio era merecido? ¿Puede que toda la campaña de ensalzamiento de "The artist" haya podido alterar nuestra percepción a la hora de visionar la película?


No queremos decir que "The artist" sea una mala película, que no lo es -en cuanto a Oscars más de una  a lo largo de la historia de estos premios quedaría por debajo de la calidad de aquella (revisar "Forrest Gump" es dolorosamente ridículo con su mensaje de que para ser un buen americano debe ser uno algo gilipollas, con perdón)- pero tampoco nos parece la joya que nos han querido vender. Entramos a trapo.


"The artist" es una pequeña delicia que te engancha y retrotrae a un mundo que para muchos ni siquiera existió, los primeros años del cine, aquellos años en los que el cine mudo daría paso al sonoro y hundirse en el olvido. Su director, Michel Hazanavicius, sabe magistralmente estudiar y recoger de forma sencilla pero también muy calculada, una forma de vida hoy extinta además de una forma de hacer cine que hoy sólo existe en las filmotecas como si de historia se tratase y que muchos buscarán en la sección arqueología. La historia es tan sencilla como el cine: el auge y caída de un actor de cine mudo que se rebela ante la llegada del sonido a las salas de cine y el nacimiento y auge de su discípula que comienza su carrera adaptándose al nuevo fenómeno cinematográfico. Pero ¿consigue también esa maestría a la hora de su traslación a las imágenes?


"The artist" va dejándose ver pero es hacia la mitad del metraje que algo parece romperse y las dudas sobre lo que estamos viendo aparecen. Todo el mundo dice que es un producto arriesgado ya que hacer una película en blanco y negro y además muda en los tiempos que corren tiene su aquel. Pero, ¿era necesario semejante recurso para "The artist" o sencillamente más que un recurso es una estratagema para captar la atención? Y ante la pregunta aparece el artificio y el sueño se desvanece como un castillo de naipes. 

Y es que para contar tal historia no hacían falta tales alforjas. Que el director francés sea una apasionado del cine mudo no lo ponemos en duda. Y que su intención es glosar en su película todo lo que fue y es (¿por qué no decirlo?) el cine mudo, tampoco. Pero una cosa es la intención y otra el resultado. Porque la historia, tal y como hemos comentado, es sencillita, la acumulación de situaciones y personajes es desmedida de forma que muchas escenas son meramente anecdóticas (hay una falta de decisión por parte de Hazanavicius bastante notoria a la hora de cortar ciertos momentos del film que le hubieran dado tiempo para profundizar en otros) y dando la sensación que todo ocurre atropelladamente sin tiempo para el espectador para recoger y saborear lo que el director nos quiere hacer llegar y que no consigue en su totalidad sin llegar a saber si vemos un drama, una comedia o un musical, tres de los géneros más conocidos de aquella época ya tan lejana.


Puede que en su conjunto "The artist" sea una película parcialmente fallida pero también tiene momentos aislados de gran belleza como el encuentro entre los dos protagonistas a pie de una escalera o el sueño/pesadilla del protagonista que se ve envuelto en el sonido, momentos divertidos (el perro es todo un hallazgo interpretativo), la actuación  de Jean Dujardin, memorable en su composición, la banda sonora impecable que con toda su potencia da más de media vida a todo el metraje  y varios más que otorgan a la película ese cariño que Hazanavicius no supo imprimir al trabajo de toda su vida. Porque "The artist" no consigue que queramos bucear en filmotecas en busca de un cine silente con innumerables joyas, ni tampoco el gran homenaje que se merece el cine mudo. Y sí, seguramente esa misma historia pondrá a "The Artist" en su sitio y ojalá, por el bien del cine, nosotros nos hayamos equivocado con nuestra percepción de esta exageradamente (creemos) premiada película.


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