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martes, 18 de octubre de 2011

NUESTRO OTRO CINE: EL LEÑADOR


Sumergidos, como nos encontramos en nuestro presente, en una sociedad dirigida por la máxima de “lo políticamente correcto”, donde aquél que se sale del cauce es devuelto al corral y sino es marcado y olvidado, o donde la fealdad y la monstruosidad se nos oculta y se nos enseña a girar la cara en vez de enfrentarnos a ellas para seguir disfrutando de nuestro feliz “way of life”, puede ser una explicación plausible a la falta de atención tanto mediática, como (porqué no decirlo) de muchas partes del mundillo cinematográfico hacia una película tan interesante como “El leñador” y que le ha llevado a ser injustamente olvidada por el público.


Producida e interpretada por Kevin Bacon, “El leñador” (cuyo título original, “The woodsman”, tenía un mayor atractivo comercial por su sonoridad) nos acerca a una de esas partes oscuras de la sociedad ya que aborda un asunto tan delicado y escabroso como el de la pedofilia. Dejando en un aparte “Lolita” de Kubrick, una película que, aunque lleva inherente, de alguna forma, el mismo tema, se convierte, debido a que Kubrick no quiso o no pudo ser más incisivo debido al momento en que realizó a película (año 1962), en una historia de obsesión enfermiza por parte del profesor Humbert Humbert, “El leñador” no es la primera película que expone semejante dilema pero sí es la primera que lo hace de forma franca, digna, coherente y sin tremendismos efectistas. 


Y es que películas como “Happiness” de Todd Solondz en su asalto, a través de su cine provocador, a ese lado oscuro de la sociedad, nos ofrece una versión hiriente de la pedofilia buscando nuestro desasosiego. O Sam Mendes que en su oscarizada “American Beauty” disfraza el deseo de su protagonista, Lester Burnham, hacia Angela, la amiga de su propia hija (Mena Suvari) como una explicación del rechazo del personaje de Kevin Spacey hacia el vacío inútil en que su vida se ha convertido. Pero en ambos casos no dejan de ser apuntes que complementan el verdadero “leitmotiv” de las dos películas y que no es otro que desmoronar la fantasía del llamado sueño americano. 


También se puede hablar de desmoronamiento del sueño americano en “El leñador” ya que es una película de “outsiders”, de perdedores abocados a una vida austera y difícil que Nicole Kasell, directora debutante a la que habrá que seguir con atención, retrata con una fotografía cálida pero de forma distante, sin tomar partido por ninguno de ellos, dando la sensación que no es ella quien maneja sus hilos y que sus personajes tienen vida propia, convirtiendo la pantalla en una ventana por la cual nos podemos asomar. Pero aquí sí que el tema central es la pedofilia y se nos abren una serie de interrogantes que nos harán dudar y enriquecerán aunque no serán cerrados al final de la película. 


Partiendo del regreso de un hombre a su ciudad tras haber pagado su culpa con doce años de cárcel, el film nos presentará tres vertientes del problema. Por un lado la lucha interior del protagonista contra sus demonios interiores, por otro lado la capacidad de perdón de una sociedad (legalmente Walter ya ha pagado la deuda según la ley pero el reencuentro con las personas de su pasado es harina de otro costal, hecho que queda impresionantemente detallado gracias a la actitud de rechazo de su hermana) y por otro el odio de todos (tanto del personaje de Kevin Bacon como de la sociedad hacia semejante maldad). 


Y estos tres planteamientos nos llevarán a una película con tres finales, tres clímax (o bien mirado, anticlímax) tres enfrentamientos de Walter que le recolocarán en su nuevo intento de vida: la postura de él y la sociedad que le rodea (desde la hermana hasta la mujer que comienza una relación con él, pasando por los compañeros de trabajo) su enfrenamiento (sin victoria y sin derrota) contra el monstruo que le consume y el reconocimiento del odio que siente por él mismo y que se verá reflejado con la aparición de un nuevo pedófilo en la ciudad. 


Y todo ello rematado por una actuación sobresaliente de Kevin Bacon que crea un personaje torturado desde el silencio y la contención, olvidándose de los aspavientos y excesos con el que interpretó aquellos (lejanos) personajes en “Homicidio en primer grado” y en “Sleepers” película, que por cierto, también se centra en la pedofilia, pero tratándola de forma melodramática y vengativa (ese ojo por ojo tan recurrente en la filmografía americana) a diferencia de “El leñador” donde se nos invita a la reflexión y ya sólo por ello merece verse . Algo que, por desgracia, se nos hace más difícil y menos llamativo que el “ojo por ojo, diente por diente” de “Sleepers”. Y así nos va. 


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