domingo, 18 de septiembre de 2011
EL ESTRENO DE LA SEMANA: EL ÁRBOL DE LA VIDA
Si una película es aclamada y denostada a partes iguales, si sus defensores y detractores apuntalan sus posiciones sin ceder un ápice, si la película indaga en el mismísimo origen del universo aunque sea a través de una familia media de los Estados Unidos a mediados de los años 50, si el dolor y la espiritualidad conviven en cada fotograma, si la naturaleza como concepto es otro de los protagonistas, si la crítica, a pesar de los pesares y a pesar de las posiciones contrapuestas, ha decidido calificarla como la mejor película del año y si Terrence Malick, ese director esquivo cual Salinger cinematográfico, es su director, no existe la menor duda: “El árbol de la vida” es uno de esos acontecimientos cinematográficos del año que muy de vez en cuando pueden disfrutarse.
Una historia impresionista de una familia que sigue el transcurso vital del hijo mayor, Jack, a través de la inocencia de la infancia hasta la desilusión de sus años de madurez, en su intento de reconciliar la complicada relación con su padre. Jack) se siente como un alma perdida en el mundo moderno, en busca de respuestas sobre el origen y significado de la vida, a la vez que cuestiona la existencia de la fe. A través de la imaginería singular de Malick, vemos cómo, al mismo tiempo naturaleza bruta y gracia espiritual, construyen no sólo nuestras vidas como individuos y familias, sino toda vida.
¿Puede el cine trasladar a imágenes conceptos como el origen del universo a través de una mirada espiritual o mostrar el poder intrínseco que la naturaleza otorga a ese mismo universo, en un intento de interrelacionar uinverso y naturaleza y fusionarlos alrededor de ese milagro al que llamamos vida y al que pocas veces parecemos atender?
Protagonizada por Brad Pitt y en menor medida por Sean Penn, Malick ha hurgado en ideas trascendentales de difícil respuesta. Riesgo asumido por un director que dispara al alza su ego cinematográfico en su película más mesiánica y polémica de las que ha realizado. Y eso demuestra que en al arte de hacer películas, Terrence Malick se siente por encima del bien y del mal. Aunque su película no le haya servido para encontrar todas las respuestas que aún, seguramente, sigue buscando.
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