Ocurre a veces, viendo una película, que aparece un actor y buscas en tu memoria cinéfila intentando recordar su nombre. Sabes que lo has visto en muchas películas y, sin embargo, eres incapaz de recordar como se llama. Un escalón por debajo de las estrellas, existe un grupo de actores y actrices no tan famosos pero sí reconocibles por su talento a la hora de actuar. Uno de esos actores es Cliff Robertson, capaz de dotar a sus personajes de una naturalidad difícil de conseguir.
Cliff Robertson ha muerto a la edad de 88 años. Su carrera cinematográfica no destaca por papeles muy importantes pero supo dejar su impronta en filmes como “Picnic” o “Los tres días del cóndor” por poner solo dos ejemplos.
Tal vez su carrera hubiera sido otra si el actor no hubiera denunciado allá por los años 70 al mismísimo David Begelman, presidente por entonces de la Columbia Pictures que se atrevió a falsificar un cheque de cien mil dólares con el nombre del actor, un hecho que destapó el llamado “Hollywoodgate”.
Poco antes del escándalo que lo tuvo apartado del mundo del cine durante algunos años, en el año 1968, Cliff Robertson había obtenido el óscar al mejor actor por su papel protagonista en “Charly”, historia de un retrasado mental que será elegido por unos científicos para un experimento con el que conseguirán convertirlo en un superdotado.
Sí, puede que su nombre no sea tan recordado como el de las rutilantes estrellas del firmamento hollywoodiense pero para aquellos que ni su nombre les suena, recordarles que su último papel fue el de tío Ben en el Spiderman de Sam Raimi, personaje al que volvió a inculcar esa humanidad que pocos actores saben ofrecer…y que tantas veces plasmó a lo largo de sus casi sesenta años de carrera.
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