viernes, 21 de mayo de 2010
LOS VIERNES, ESTRENO. LA PELÍCULA DE LA SEMANA. PRINCE OF PERSIA
He de admitir que "mi época" de andar "viciado" con los videojuegos ha pasado a la historia y que últimamente ando mucho más que desconectado de este mundillo que genera millones y millones de beneficio a sus empresas y que mantiene más tiempo del deseado a todos los fans a este tipo de divertimento encerrados en sus casas, para dolor de los que se dedican a eso del negocio del cine que parece que (según ellos, ojo) está a poco menos de desaparecer por culpa de la piratería... No sé, también podrían plantearse que los videojuegos hacen daño a la taquilla del cine porque muchos se quedan en sus casas "viciando" al juego que les gusta en vez de tener que caminar hasta el cine bajo un sol abrasador y pagar los taitantos euros que vale la entrada para ver una película que nos la han puesto en un envoltorio de regalo increíble pero que una vez desenvuelto echemos de menos, al momento, la partida de nuestro juego favorito que hemos dejado a medias para venir a ver una película que sólo nos produce bostezos y ganas de que termine para salir corriendo a abrazar nuestra querida videoconsola.
Ni que decir tiene que el cine, viendo el "boom" del videojuego, ha terminado por arrimar el ascua a su sardina y a los brillantes creadores de ideas les dio por eso, por tener una idea y decidieron adaptar los videojuegos a la pantalla. La idea era la de atraer a los fanáticos a las salas de cine a ver a sus héroes consoleros en carne y hueso. Pero, ¡ay!, nadie piensa que el mundo de la consola tiene una gran diferencia con el mundo del cine y esa no es otra que la interacción. En la consola eres un jugador, un tipo que construye su propia historia a partir de unas bases que otorgan infinitas posibilidades; en el cine eres un espectador, un sujeto pasivo al que le cuentan una historia a la que tal vez ese espectador, como jugador, ni siquiera se le hubiera ocurrido realizar en su videoconsola.
Tampoco me llama, por tanto, el cine que se basa en personajes de videojuegos. Supongo que algún adicto podrá llevarme la contraria (para eso están los comentarios) pero cuando uno recuerda que "Alone in the dark" fue mi bautismo en este subgénero cinematográfico, una bazofia que insulta, incluso, la inteligencia de las amebas, como que pocas ganas le quedan a uno de seguir viendo películas de este tipo.
Pero será que uno es un incauto y siguió cayendo en la trampa. "Tomb Raider" (vale, vale, era Angelina Jolie), "Street fighter", "Doom", "Silent Hill" y "Resident Evil", tal vez una de las pocas adaptaciones que no me decepcionó, cayeron ante mis sufridos ojos. ¡Cómo disfrutaba mi psicoanalista con la llegada de un nuevo estreno de este tipo!
Sin embargo, ahora nos llega a la pantalla "Prince of Persia: las arenas del tiempo" y me pica de nuevo el gusanillo cuando advierto que ese productor de blockbusters llamado Jerry Bruckheimer está detrás de este proyecto. Vamos, que un poco de confianza hay que dar a un tipo que de una atracción de feria se sacó de la manga la divertida "Piratas del Caribe".
La acción de la película transcurre en la Persia del siglo VI, cuando Persia era uno de los más vastos imperios conocidos. En ese imperio sobrevive Dastan un pilluelo, huérfano y sin dinero. A punto de recibir un castigo por defender a un chico que ha robado una manzana, Dastan será perdonado y acogido por el rey Sharaman que ha descubierto rasgos de grandeza en el ladronzuelo. Dastan se convertirá en un gran guerrero.
Sgún los espías del imperio, el reino de Alamut está acumulando armas para los enemigos de Persia así que Dastan se lanza con su ejército sin saber que Alamut es realmente una ciudad santa y que guarda en secreto las llamadas arenas del tiempo que conceden el poder de retroceder en el tiempo. Dastan se hará con una daga de empuñadura de cristal que resulta ser la llave para abrir esas segradas arenas pero en ese momento su padre adoptivo, el rey Sharaman, es asesinado y Dastan tendrá que huir cuando sea acusado del asesinato de su padre. En su huida terminará por unirse a Tamina, atrevida princesa de Alamut cuya principal misión es mantener a salvo la llave (la daga) de personajes sin escrúpulos.
Protagoniza Jake Gyllenhaall, que se ha pasado algún tiempo por los gimnasios para dar la talla (en músculos se entiende que en "Brokeback Mountain" ya la dio de otra manera) y Gemma Artenton que tenía un papel secundario pero lo suficientemente suculento para que le ayudara a levantar su carrera en "Quantum of solace" y que ahora ha sido elegida para sustituir a Megan Fox en la tercera parte de "Transformers" después de que el epiléptico Michael Bay haya decidido mandar a la Fox a hacer gárgaras, harto de los modos y las declaraciones en contra suya por parte de la "meganbomba" sexual (la colega comparó al señor Bay que tanto ha hecho por ella con el sinpar Hitler).
La Arterton
Dirige Mike Newell que se dio a conocer con aquella "Cuatro bodas y un funeral" y que últimamente también le metió mano al fenómeno Harry Potter ("El cáliz de fuego") aunque yo conocí a este señor gracias a "Bailar con un extraño", película del año 1984 y que poco o nada ,afortunadamente, tiene que ver con las películas que realiza ahora encerradas en el hermético mundo hollywoodiense.
Seguro que si la película tiene la mitad de éxito que la anterior franquicia de Piratas del Caribe, habrá segunda parte y posiblemente una tercera. Y sino, ¿porqué ese subtítulo de "Las arenas del tiempo"? Pues eso, al tiempo. Entretanto veremos si disfruto, por primera vez, con una película basada en un videojuego. ¡Qué yuyu, madre, qué yuyu! ¡Y cómo aplaude, una vez más, mi psicoanalista!
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