El escritor Ernest Hemingway fue corresponsal de guerra y su experiencia, aparte de convertirlo en un enamorado de España, le sirvió para escribir “Por quién doblan las campanas” que en el año 1943 se convirtió en película. Un americano, experto en explosivos, es encargado por el mando republicano para destruir un puente, la principal arteria logística del ejército de Franco. Sus protagonistas fueron Gary Cooper e Ingrid Bergman y hoy en día es todo un clásico.
Otro director extranjero que también se ha acercado a la guerra civil, más próximo a nosotros, es Ken Loach. Este director, contestatario, reivindicativo y a veces panfletario, llegó a nuestro país y filmó “Tierra y libertad”, un nuevo canto a los extranjeros que vinieron a España a defender la República a través de David, un inglés que conocerá de las guerras internas entre comunistas y anarquistas.
Toda guerra civil tiene también sus olvidados. Todas aquellas gentes que se vieron inmersos, sin comerlo ni beberlo, en los odios fraticidas de un país. Muy pocas películas se centran en los sin nombre, en el ciudadano que vivió los bombardeos o que sufrió el acoso y el cerco de su ciudad, sitiados, sin saber si el siguiente día sería el último día de sus vidas... Qué bien lo refleja la película “Las bicicletas son para el verano” de Jaime Chávarri, que bien el texto de Fernando Fernán Gómez y que bien refleja esa desesperación el actor Agustín González, ya desaparecido.
Actualmente en el debate político se ha abierto un debate con la ya muy conocida memoria histórica. Un debate que está acercándose más a la confrontación que a la reconciliación, pero así está hoy nuestro país que le vamos a hacer. La memoria histórica, la reconciliación eran dos de los mensajes que se nos daban en una de las mejores películas españolas de estos últimos tiempos, mucho mejor incluso que la novela en la que se basa y con uno de los mejores y más emocionantes finales que he podido ver. “Soldados de Salamina”
Las miradas más recientes a destacar se centran de distinta manera en las consecuencias posteriores a la guerra civil, dos miradas tan dispares como dispares son las personalidades y objetivos de los dos cineastas. En “El laberinto del fauno”, Guillermo del Toro adopta su tono fantástico a una historia en dos niveles donde se mezclan la dura realidad de aquellos días y la imaginación como única vía de escape siendo su mayor logro la perfecta superposición de ambos planos a lo largo de la película. La última visión hasta el momento sobre la Guerra Civil y la época de posguerra viene de la mano de uno de los cineastas más interesantes que ha dado nuestro cine en estos últimos años, el mallorquín Agustí Villaronga. Al igual que el director mexicano, también Villaronga adapta al película a la mirada de un niño pero donde aquélla utiliza la imaginación, la fantasía para conseguir una vía de escape, una pequeña puerta de esperanza, en “Pa negre” la vía de escape es mucho más fría, más dolorosa y, si se nos permite, hasta cierto punto macabra.
Se ha dicho al principio: sólo hemos querido dejar una pequeña muestra de lo que creemos puede ser una válida representación del tratamiento que ha dado el cine a lo largo de los años sobre la contienda que dividió España en dos bandos irreconciliables. Seguramente se han quedado muchas en el tintero, pero nuestra memoria es la que es. (¿Podemos considerar El espíritu de la colmena” o “El sur” de Víctor Erice películas sobre/de la posguerra?).
De todas formas sí damos por seguro que viendo las películas citadas podemos hacer una idea de la visión cinematográfica de la Guerra Civil. Y tal vez (re)descubramos que "gracias" a una guerra también podemos disfrutar de verdaderas obras de arte.
Heyy Albertooo muy buen comentario y muchas gracias aprendo mucho contigo.
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