Uno de los emblemas literarios del siglo XX es la obra "En el camino" de Jack Kerouac, la novela autobiográfica que mejor supo definir la forma de vida de la juventud que ha pasado a la historia con el nombre de "generación beat". Son muchas las ocasiones en las que el séptimo arte ha intentado plasmarla en imágenes pero por una u otra razón el libro no ha terminado fructificando en película. Hasta ahora.
La película de Salles y Coppola adolece de un problema insalvable: un error infinito a la hora del enfoque de la película: somos conscientes que la adaptación cinematográfica de una obra literaria es misión casi imposible, que resumir la totalidad de sus páginas en una filmación de alrededor de 120 minutos supone la supresión de pasajes siendo labor del guionista la de eliminar lo que considere oportuno sin por ello traicionar el espíritu de la novela (un ejemplo relativamente reciente lo tenemos en "Expiación"). Y es ese espíritu el que la película "En el camino" traiciona y desvirtúa todo el proyecto. Al leer "En el camino" uno se siente abducido por la fuerza vital de todos cada uno de los personajes. De acuerdo que cada uno de ellos pueden encerrar su propio drama (al fin y al cabo todos estos personajes están viviendo los años posteriores al final de la II Guerra Mundial) pero la novela imbuye de una vitalidad enorme, también dañina, de acuerdo, pero sobre todo consigue hacerte creer las ganas de vivir de Sal, Dean y demás acompañantes en esta aventura de la vida que es la novela.
Pero Salles y Coppola tergiversan ese espíritu y le dan especial relevancia a una forma de vivir que para ellos resulta dramática haciendo hincapié en las consecuencias de una forma de vivir que si bien existen en la novela no deja de ser una parte secundaria del verdadero ser del universo expuesto por Kerouac en su libro.
Si en el libro los personajes se sienten vivos en la película parece que luchan por sobrevivir en un mundo que no entienden y del que se sienten víctimas. La salvaje fuerza positivista de un personaje como Dean Moriarty es transformada en lástima por un Dean fílmico que trastoca toda la esencia del personaje clave de la novela.
Si el equipo, con Coppola a la cabeza, hubiera construido la misma película pero con otros personajes y basándose de manera esquinada en los personajes de Kerouac y compañía, el film sería una gran película ya que Salles, el director, y sobre todo el director de fotografía Eric Gautier, hacen un trabajo artesanal, muy mimado y sabiendo acercar multitud de sensaciones y emociones al espectador. El problema es que esas sensaciones y esas emociones distan mucho de ser las que el lector tiene cuando lee el libro. "En el camino" hubiera sido una película devastadora emocionalmente siempre y cuando no hubiera sido "En el camino". Y tampoco es que ayuden mucho los actores escogidos de los que habría que destacar en el lado positivo a Garret Hedlund que se aferra a su personaje de Dean Moriarty como si ese fuera el papel de su vida y por el lado negativo a una Kristen Stewart que si piensa que por salir desnuda en el film ya es suficiente para que se le considere una actriz de método más allá de sus mohines (que tampoco es capaz de abandonar aquí) en la saga "Crepúsculo", anda muy pero que muy equivocada.
Así que sí, "En el camino", la película, se queda a medio camino. Tal vez Marlon Brando, ya en el lejano 1957, considerara que la obra de Kerouac era imposible de ser filmada. Y por eso dejó la carta de Kerouac sin respuesta.
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