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domingo, 21 de agosto de 2011

GREEN LANTERN VERSUS CAPITÁN AMÉRICA


En mis muchos años de pasión por los cómics he llegado,  entre otras muchas, a una conclusión: no hay malos personajes, sólo hay que saber darles juego, algo que se demostró con Frank Miller cuando la Marvel decidió darle en propiedad un personaje con el que no sabían que hacer, al que consideraban agotado y que languidecía entre tantos exitosos superhéroes Marvel. Su nombre era Daredevil y el resto (saga de Elektra y el “Born Again” sin ahondar más) es historia.


Baste este ejemplo (aunque recomendamos también “All star Superman” de Grant Morrison para ver como en las manos adecuadas aún pueden contarse increíbles historias de un personaje con más de 70 años) para entender que tras un personaje siempre debe haber un buen guión. La primera aparición cinematográfica de “Green Lantern” nos llega de la mano de Martin Campbell que tiempo atrás nos alucinó con el reborn de  James Bond protagonizado por Daniel Craig en “Casino royale” mientras que la nueva aparición cinematográfica del Capitán América ha caído en Joe Johnston, director que no hace tanto fue vilipendiado por afrontar una nueva versión de el hombre lobo.


Bien. Visionadas las dos películas muy pocos pueden discutir que la vencedora por K.O. es “Capitán América, el primer vengador”. Y esa victoria se centra en el guión de uno y otro film. Dejando aparte el panfletismo proamericano del personaje de la Marvel, la película que relata el origen del primer vengador ha conseguido captar el espíritu de los cómics. Sus guionistas han sabido encajar con más aciertos que errores (que los hay) ese espíritu (incluso en ese aire retrofuturista que consiguió que no se me fuera de la cabeza durante el metraje el arte gráfico de Jim Steranko) y han sabido hacerlo llegar al espectador de forma que, más o menos, ese espectador quede implicado con la película.


Tampoco hay duda que la historia es bastante simple pero eso no le impide que sea efectiva sin perder el respeto ni hacia los personajes ni hacia el espectador. Luego podemos entrar en otros detalles como el ridículo  e innecesario pasaje en el que el Capitán se enrola en el ejército para pedir fondos, el archisabido origen del héroe paupérrimo que finalmente se convertirá en el emblema de la segunda guerra mundial o el pobre clímax final aunque aquí la culpa estriba más en la torpe mano de Johnston que en unos guionistas que saben darnos la de cal sin olvidar que la película no es más que un pretexto para el gran evento marvelita del año 2012 y que no es otro que la primera aparición cinematográfica de The Avengers de Joss Whedon (si el amigo Joss se basa en los cómics de Mark Millar y Bryan Hitch, prepárense para algo espectacular).


El potencial de “Green Lantern” y sus también muchos años de historias, la llegada de la infografía a los efectos especiales y que su casa madre, Warner Bros., haya creado esa joya del cine titulada “Dark Knight” hacía presagiar una buena traslación a la gran pantalla del guerrero esmeralda y su universo, más todavía cuando en los Estados Unidos, dicho universo está en manos de un guionista de talento y conocimientos como Geoff Johns.


Nada más lejos de la realidad. No sabemos si Martin Campbell es tan buen director como nos quiso hace creer en “Casino Royale” pero no ha sabido o no ha podido levantar un fiasco guionístico como el de “Green Lantern”. Dejando de lado los efectos especiales que también dejan que desear, el gran hundimiento de la película estriba en un guión sin más ideas que la presentación de más y más personajes, por ejemplo el resto de los Green Lantern Corps son dibujados con un trazo rápido y grueso (Killowog y Tomar Re, además de Siniestro, aportan lo mínimo a la película)


y con muy poco acierto y corazón (¿en que se parecen el personaje cinematográfico al Jordan de los cómics?) y marcado (dicho guión) por el desconcierto (tal vez desconocimiento) del universo Green Lantern por parte de unos guionistas que sufren ese virus al que desde aquí hemos denominado “efecto acumulación” y que traba el discurrir continuo de la trama de una película y que queda fuertemente marcada en el distanciamiento que “Green Lantern” genera hacia los espectadores que ven discurrir las diversas e innecesariamente alargadas secuencias con más aburrimiento que otra cosa, algo de lo que también se contagian los mismos actores desde Ryan Reynolds


(parece mentira que sea el mismo tipo que protagonizó “Buried”) hasta el mismísimo Tim Robbins que se encarga de poner la mano para recibir el cheque y poner su rostro en un intento de dar un cierto caché a la película en uno de sus personajes más olvidables y también más innecesarios que tiene este fallido proyecto “deceero”, todo lo contrario que sus contrapartidas en “Capitán América” que saben en todo momento el terreno que están pisando y sino que se lo digan al mismísimo Tommy Lee Jones que vuelve al terreno superheroico tras su deleznable Dos Caras en uno de los Batman dirigidos por Joel Schumacher y que se lo pasa cañón o a un joven Chris Evans que humaniza y endiosa a su personaje cuando realmente toca.


P.D.: De todas maneras y a falta de visionar la nueva versión de Conan, señalar que la película de superhéroes de este verano lleva por título “X-men, primera generación” o como un buen guión es trasladado a la pantalla por un director que sabe perfectamente lo que se lleva entre manos (Un reto como es superar los “X-men” de Bryan Singer), como unos actores saben recoger la idiosincrasia de los personajes) y como actores de renombre saben supeditar su egolatría a los personajes que les ha tocado interpretar:  lo de Kevin Bacon interpretando a Sebastian Shaw, el líder del club Fuego Infernal” es para quitarse el sombrero, sin desmerecer a Michael Fassbender como el nuevo Magneto que hace olvidar a sir Ian McKellen.

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