De todas formas no todo puede ser bueno en una carrera tan larga y prolífica como la de Sydney Lumet. Finales de los años 80 y principios de los años 90 dieron lugar a películas que parecían presagiar el agotamiento de Lumet. Fueron los tiempos de “A la mañana siguiente” con Jane Fonda, “Negocios de familia” con Dustin Hoffman y Sean Connery, “Una extraña entre nosotros” una copia mala de “Único testigo en el mundo hebreo con Melanie Griffith, o aquel pastiche titulado “El abogado del diablo”
lunes, 11 de abril de 2011
PEQUEÑO HOMENAJE A SIDNEY LUMET
Sydney Lumet es (porque siempre lo será) uno de los directores pertenecientes a lo que se ha dado en llamar la generación de la televisión (Martin Ritt, George Roy Hill, John Frankenheimer o Stuart Rosenberg entre otros). Tiene que ser difícil para un director ser recordado por su primera película, una película por cierto que trata uno de los temas recurrentes en su carrera: el sistema judicial: Teatro hecho cine en “Doce hombres sin piedad”
Una obra que luego fue representada en España en el famoso programa “Estudio 1” con nombres de la escena como José Bodalo (en el papel de Henry Fonda) José María Rodero, Jesús Puente o Manuel Alexandre. Sus siguientes películas también tiene que ver con el teatro ya que se basan en obras de Arthur Miller como “Panorama desde el puente”, de Eugene O`Nelly como “Larga jornada hacia la noche” protagonizada por Katharine Hepburn o “Piel de serpiente” de ese maestro del teatro desaforado, Tennesse Williamns, una película protagonizada por Marlon Brando y Ana Magnani y que se basa en la obra teatral “La caída de Orfeo”.
Lumet ha sido, y es, un director crítico y comprometido con su tiempo. Suya es una película como “La colina”, un relato antibélico muy poco conocido pero que podría estar a la altura de otras películas más famosas sobre este tema como “Senderos de gloria”.
Al igual que en “Aritmética emocional”, Lumet también trató el dolor de las consecuencias de haber sobrevivido a los campos de exterminio. Y lo hizo a través de “El prestamista” una de sus más duras películas donde Rod Steiger, después de sobrevivir a los campos de exterminio, malvive en un negocio de préstamos donde la reja que le separa de sus clientes es una clara metáfora del aislamiento emocional que lleva Nazerman, el personaje, en su interior.
Otro de los temas a los que ha recurrido este director es el de la corrupción policial. A él le debemos algunas de las mejores películas que se han rodado sobre este tema: “El príncipe de la ciudad” o las más recientes “Distrito 34: corrupción total” o “La noche cae sobre Manhattan”. También sobre la corrupción policial trata una de sus películas más famosas.
La historia de “Sérpico”, el policía que se enfrentó a la corrupción de sus propios compañeros. Una película tan famosa como “Tarde perros”, ese atraco al banco que tantas veces hemos visto en el cine que termina saliendo mal.
De todas formas no todo puede ser bueno en una carrera tan larga y prolífica como la de Sydney Lumet. Finales de los años 80 y principios de los años 90 dieron lugar a películas que parecían presagiar el agotamiento de Lumet. Fueron los tiempos de “A la mañana siguiente” con Jane Fonda, “Negocios de familia” con Dustin Hoffman y Sean Connery, “Una extraña entre nosotros” una copia mala de “Único testigo en el mundo hebreo con Melanie Griffith, o aquel pastiche titulado “El abogado del diablo”
Sin embargo, y con 83 años, Sydney Lumet nos ha vuelto ha dar una lección de vigor narrativo a la hora de empuñar una cámara con “Antes que el diablo sepa que has muerto”, sabiendo adaptarse a la modernidad del cine de ahora y a un guión de Kelly Masterson que sabe hacer suyo, de acercarlo a su forma de entender el cine. Y para acabar. Recomendar una película como “La ofensa” protagonizada por Sean Connery dando vida a un veterano policía que busca exorcizar a sus propios demonios intentando atrapar a un pederasta. O como una película con todas las trazas de un thriller se convierte, por arte y magia de Sydney Lumet, en un profundo y doloroso estudio de la psicología humana. John Huston dijo de ella que tenía la mejor media hora final que había visto en su vida. Una película muy desconcertante que demuestra, muy a las claras, el tamaño de Sydney Lumet como director.
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